miércoles, 9 de octubre de 2013

Los niños perdidos

Últimamente no paro de toparme con Niños Perdidos que, por alguna razón, y supongo que sin encontrar una explicación al cómo, han abandonado Nunca Jamás.

Al salir de la isla, indefectiblemente han envejecido y en sus caras, la visibilidad de arrugas y ceños fruncidos es abrumadora. Aún así, su mirada les delata, sigue teniendo ese brillo que demuestra su negativa, cada vez más mermada, a crecer o a asumir las responsabilidades con las que otros les han cargado.  

Desconcertados miran sin ver, extraviados sin rumbo en una vorágine de desesperanza. Vagamente recuerdan que una vez creyeron no querer crecer y vivir eternamente entre diversión y magia. 

(A veces intuyo que la razón por la que dejaron de pertenecer a Nunca Jamás fue el comenzar a jugar a las casitas)