Discordia
te llaman y apareces en forma de persona sembrando caso, envidias y malos
entendidos.
Discordia
te llamas y pasas a escena como en una obra de teatro en la que Otelo no te
reconoce. Como un protagonista oculto al ojo que solo mira, revelada al que
observa.
Discordia
te llaman cuando por fin has sido desenmascarada. Quizá más tarde que pronto, o
quizá a tiempo de evitar la catástrofe.