domingo, 14 de febrero de 2010

vida Perra


Con este invierno tan frío y lluvioso, las tiendas de trajes para canes deben estarse forrando: chubasqueros a lo capitán Pescanova, jerséis de rombos, de cuello alto… y diseños varios, incluso de marcas pijas, porque al final es cierto eso de que el perro se parece al amo… o al menos éste hace que sea así. Y digo yo: ¡qué culpa tendr´´a el pobre animal de que dueño sea un hortera redomado? Porque que el hombre tenga que vestirse por las inclemencias del tiempo y por pudor, vale, ¿pero el animal? ¿No tiene ya pelo para protegerse? Toda la vida han vivido a la intemperie y siempre han sobrevivido, no sé muy bien por qué en una ciudad no podrían.


Me considero amante de los animales, no me malinterpretéis, pero no soporto cómo muchos supuestos “amaperros” tratan a los suyos.


Que mucha gente prefiera un animal a un hijo porque supone menos trabajo y responsabilidad… bueno vale, pero tampoco está la cosa tan clare. Es verdad que el perro no pasa por la adolescencia, pero cagarse y mearse de pequeño también lo hace, no tener educación también, y siguen acarreando muchas responsabilidades, los animales digo… porque un niño puede entrar contigo en cualquier bar, tienda o establecimiento público, si te vas de vacaciones se lo puedes dejar a los abuelos… y aunque a algunos les den yuyu, al menos no provocan alergias. 


Ahora mete tú al perro en los bares, en un restaurante, vete con él de rebajas y déjale con tus padres. Igual se les cae tanto la baba como con su nieto.

Tener un animal conlleva desde luego muchas alegrías, pero también problemas. Ahora bien, ¿estamos dispuestos a asumirlas? ¿O tenemos un animal por puro egoísmo, para no sentirnos solos y porque es bonito y quedas guai con él de paseo?