Mientras que por lo general controlamos nuestra comunicación verbal: decimos lo que queremos aunque muchas veces seamos a nuestro pesar políticamente correctos, la comunicación no verbal nos delata.En ocasiones nuestras muecas, gestos, expresiones de brazos, etc. no van acordes con nuestras palabras. Y es que ya lo demuestra el doctor Lightman con imágenes muy sugerentes de diferentes políticos y personajes públicos en la interesante "Miénteme".
El lenguaje del cuerpo nos ayuda a comunicarnos, a hacernos entender mejor. No es igual mantener un sábado por la noche una conversación con un tipo con los brazos cruzados, que con nuestro cuerpo ligeramente inclinado hacia él.
Nuestra comunicación con cualquier persona está llena de movimiento de hombros, labios, ojos, cejas… acciones que nos ayudan a conocer un poco mejor a nuestro interlocutor: si es inseguro, si está nervioso, o incluso si le caemos bien.
Pero también existen una serie de gestos creados socialmente que en sí tienen un significado propio y que utilizamos conscientemente: tocar madera, girar un dedo en la sien indicando que alguien no está muy cuerdo, o hacer un corte de mangas con el dedo corazón levantado.
Este gesto, de carácter grosero, cuyo significado podríamos decir que es: “que te den”, vuelve a estar de moda gracias a la Falange de Jose María Aznar. Que nuestro expresidente del gobierno utilice semejante comunicación no verbal ante unos estudiantes en la Universidad de Oviedo es cuanto menos sorprendente, sin hablar de que está fuera de lugar, y de que es impropio de una persona que ha dirigido un país y que está, o debería estar al menos, acostumbrada a dialogar.
Si un Estado se gobernara a base de insultos, es decir a base de violencia… de uno u otro tipo, más nos valdría a los votantes reflexionar sobre qué elegimos, sobre las alternativas, y sobre los políticos, su papel en la sociedad y su savoir faire. Hace unos días la derecha ya nos ofreció otro capítulo de insultos de la boquita de piñón de Esperanza Aguirre. Por el bien de los ciudadanos, de los futuros votantes, y de una buena vida política, esperamos que éste que ha protagonizado Jose María Aznar sea el último.