Qué difícil es creer a los demás cuando nosotros tenemos ya una opinión, y consideramos que es la correcta; pero sobre todo, ¡qué difícil es creerlos cuando nunca damos una oportunidad para que tengan razón!
Y resultó que aunque parecieran canicas, eran algo más.
¿Pero para qué íbamos a enfadarnos discutiendo sobre su naturaleza? ¿en realidad qué más daba? Nos tumbamos en la hierba y contemplamos el firmamento con un deseo en mente, a la caza de una canica fugaz.