Año tras año va creciendo en España el número de personas que festejan Halloween, en fin, una “nueva tradición” copiada de un producto de la omnipresente cultura estadounidense. Aunque si la tradición implica fiesta, por lo general tiene que ser buena, al menos para alguien. (San Valentín gusta a ñoños y a comerciantes ¿no?). Pues eso, que vamos a seguir con la víspera de todos los Santos.
Como no tenía muy claro el nacimiento de esta fecha (a pesar de que creo que cada año en la clase de inglés del instituto leíamos un texto sobre ella. Lo sé.), he buceado un pelín por la red hasta enterarme de que la tradición se remonta a hace más de 2500 años, a la época de los celtas. Por ese entonces en lo que para nosotros es el 31 de octubre, ellos celebraban uno de sus cuatro grandes aquelarres, que coincidían con el paso de las estaciones. En este caso, el de la fiesta del Samain, que indicaba la llegada del invierno.
Como no tenía muy claro el nacimiento de esta fecha (a pesar de que creo que cada año en la clase de inglés del instituto leíamos un texto sobre ella. Lo sé.), he buceado un pelín por la red hasta enterarme de que la tradición se remonta a hace más de 2500 años, a la época de los celtas. Por ese entonces en lo que para nosotros es el 31 de octubre, ellos celebraban uno de sus cuatro grandes aquelarres, que coincidían con el paso de las estaciones. En este caso, el de la fiesta del Samain, que indicaba la llegada del invierno.

Era además esta noche, la ÚNICA en la que los druidas recogían un tipo de bayas que depositaban en un caldero o en un manto blanco, y que tendrían indudables poderes para sus pociones (véase la de Panoramix); y la ÚNICA en la que podían comer carne de cerdo y beber vino –no entiendo por qué en el actual Halloween se ha desechado este dato, y el que se mantiene es el de los disfraces…).
Creían además que era la fecha en la que el velo que separa el mundo de los vivos y los muertos era más delgado. Dicen que encendían grandes hogueras para mostrar a sus espíritus antepasados el camino de vuelta a casa y poder comunicarse con ellos –seguro que el alcohol que tomaban los druidas ayudaba mucho en este caso-. Sin embargo, en otras páginas web comentan que las hogueras se prendían para ahuyentar a los malos espíritus, y que las casas se decoraban con calaveras y huesos con este mismo fin.
Tras los celtas llegaron los romanos, que modificaron un poco la tradición añadiendo a la fiesta la manzana –por esta fecha celebraban las fiestas de Pomoma, y así mezclamos espíritus con manzanas, que no es igual que mezclar churras con merinas, ni peras con uvas como diría Ana Botella. Y al final da… pues bebidas espiritosas de manzana –véase la sidra o el licor de manzana-.
Y héte aquí que topamos con la llegada de la iglesia, que como siempre, y para intentar enterrar –nunca mejor dicho hablando de la víspera de todos los santos- esta tradición pagana, se inventó para ese día una nueva fiesta. En este caso la del día de los santos menores, que en inglés se tradujo como “all Hallows’ Day”. El 31 de octubre entonces sería “all Hallows’ Eve” y así si pronunciamos rápido y mal, aparece Halloween.
Más o menos todo aclarado ¿no? nos queda sólo el tema de los disfraces y la calabaza. El primero se podría remontar a la Edad Media, cuando los bandoleros se disfrazaban de espíritus para atemorizar al resto de ciudadanos y cometer fechorías -¡jarl qué bellacos!-. Y en cuanto a la calabaza, son los inmigrantes irlandeses los culpables. Ellos contaban que a un chico, Jack, le prohibieron la entrada al cielo y también al infierno, y desde entonces se paseaba con una especia de linterna que le había dado Belcebú, formada por un rábano hueco con un carbón ardiente dentro. En EEUU cambiaron el rábano por una calabaza,
que es mucho más molón, y ahí tenemos a nuestro Jack Skellington, símbolo de tantos gafapastas. (¿Y lo que me mola el gafapastismo qué?)
Linterna, trajes, decoración de casas… y en 1921 se celebra en EEUU el primer desfile de Halloween, desde entonces pelis, anuncios, y los Simpsons, que cada año dedican un especial, no lo olvidemos. Y ahora en España alguna que otra fiesta en la que lo más importante es, como siempre, la bebida. Está claro que provenimos de los celtas.
Señoras y señores, o señoritos y señoritas, que ustedes pasen una buena víspera de todos los Santos, y no olviden poner sus zapatos en forma de “T” para soñar con la persona con la que van a pasar el resto de su vida. ¿Por qué no creerlo? Al fin y al cabo dicen que es una de las noches más mágicas del año, y si los celtas lo decían…
Creían además que era la fecha en la que el velo que separa el mundo de los vivos y los muertos era más delgado. Dicen que encendían grandes hogueras para mostrar a sus espíritus antepasados el camino de vuelta a casa y poder comunicarse con ellos –seguro que el alcohol que tomaban los druidas ayudaba mucho en este caso-. Sin embargo, en otras páginas web comentan que las hogueras se prendían para ahuyentar a los malos espíritus, y que las casas se decoraban con calaveras y huesos con este mismo fin.
Tras los celtas llegaron los romanos, que modificaron un poco la tradición añadiendo a la fiesta la manzana –por esta fecha celebraban las fiestas de Pomoma, y así mezclamos espíritus con manzanas, que no es igual que mezclar churras con merinas, ni peras con uvas como diría Ana Botella. Y al final da… pues bebidas espiritosas de manzana –véase la sidra o el licor de manzana-.
Y héte aquí que topamos con la llegada de la iglesia, que como siempre, y para intentar enterrar –nunca mejor dicho hablando de la víspera de todos los santos- esta tradición pagana, se inventó para ese día una nueva fiesta. En este caso la del día de los santos menores, que en inglés se tradujo como “all Hallows’ Day”. El 31 de octubre entonces sería “all Hallows’ Eve” y así si pronunciamos rápido y mal, aparece Halloween.
Más o menos todo aclarado ¿no? nos queda sólo el tema de los disfraces y la calabaza. El primero se podría remontar a la Edad Media, cuando los bandoleros se disfrazaban de espíritus para atemorizar al resto de ciudadanos y cometer fechorías -¡jarl qué bellacos!-. Y en cuanto a la calabaza, son los inmigrantes irlandeses los culpables. Ellos contaban que a un chico, Jack, le prohibieron la entrada al cielo y también al infierno, y desde entonces se paseaba con una especia de linterna que le había dado Belcebú, formada por un rábano hueco con un carbón ardiente dentro. En EEUU cambiaron el rábano por una calabaza,

Linterna, trajes, decoración de casas… y en 1921 se celebra en EEUU el primer desfile de Halloween, desde entonces pelis, anuncios, y los Simpsons, que cada año dedican un especial, no lo olvidemos. Y ahora en España alguna que otra fiesta en la que lo más importante es, como siempre, la bebida. Está claro que provenimos de los celtas.
Señoras y señores, o señoritos y señoritas, que ustedes pasen una buena víspera de todos los Santos, y no olviden poner sus zapatos en forma de “T” para soñar con la persona con la que van a pasar el resto de su vida. ¿Por qué no creerlo? Al fin y al cabo dicen que es una de las noches más mágicas del año, y si los celtas lo decían…
Al final resulta que Halloween es una fiesta más europea y por lo tanto más española(por su origen celta) que americana!!!
ResponderEliminarUna mala noticia para los anti-Halloween!
A pesar de todo a mi no me gusta copiar a los americanos con los disfraces y las calabazas....
(ya tienes comentario en esta entrada, que lo de 0 comentarios no mola nada jaja)
Jaja, es verdad, tanta ilusión puesta en un post y resulta que nadie me escribe... menos mal que has venido tú de los USA jaja.
ResponderEliminar