miércoles, 12 de septiembre de 2007

Baobabs

La turista se paró a descansar a la sombra del baobab, sacó un libro arrugado y se dispuso a redactar todo lo que había visto durante ese día. Unos metros más lejos el resto del grupo, a penas 6 personas reían mientras tomaban unas coca-colas para refrescarse. Demasiado occidental para un país como éste, se dijo mientras acomodaba la espalda en el anchísimo tronco del árbol. Atardecía, y la puesta de sol era demasiado bonita como para desperdiciarla escribiendo, anotaría las impresiones del día más tarde…

La corteza era cómoda, parecía que se amoldaba perfectamente a su dorso, y mientras entrecerraba los ojos comenzó a sentir la energía del baobab. Todo lo que había presenciado tan majestuosamente durante siglos esta penetrando en todo su ser, las nuevas vidas fruto del amor entre las gentes, pero también de las violaciones engendradas durante las múltiples guerras entre los pueblos, la caza, el hambre, la alegría, la curiosidad, las enfermedades, la sabiduría, las leyendas, la majestuosidad, la desesperación… pero sobre todo la esperanza y la lucha por la supervivencia. De repente, se llenó de toda la historia del continente y comprendió por qué una leyenda dice que las ramas de los baobabs son los brazos de gu
erreros
enterrados, muertos en combate, que pugnan por volver a la batalla, por luchar por un África viva, renaciente.

Hace unos días me topé en un artículo con la figura del baobab. Desde que leí el Principito debo reconocer que he sentido curiosidad por este árbol, ¿una especie capaz de acabar con un planeta entero si no lo cortabas a tiempo? En el libro lo muestra, al menos desde mi punto de vista, como una metáfora de esa mala semilla que puede germinar en nosotros y que es mejor hacer desaparecer enseguida para que no nos destruya. Sin embargo, cuando busqué más información, me sorprendí. El baobab, lejos de terminar con otra especie, es muy útil para los pueblos africanos: su fruto se emplea para preparar varias bebidas refrescantes, de su corteza se extrae una fibra con la que se fabrican cuerdas y cestos; sus hojas hervidas sirven como alimento, e incluso el polen mojado se puede emplear como pegamento, y es capaz de reservar una gran cantidad de agua (hasta 120.000 litros) en su madera esponjosa y blanda. Además, los troncos ahuecados del árbol tienen usos de los más pintorescos, algunos han servido como cárcel, granero, establo, bar… e incluso como casa. ¿Os imagináis vivir en un árbol?

Pero sin duda, lo que más me fascina es su longevidad, ¡Llega a vivir incluso más de trescientos años y puede tener un diámetro de tronco de más de 30 metros –uno por cada 100 años vividos-, así que, como dice el cuento, es espectador de una gran parte d
e la historia de África. Quizá por eso muchas leyendas lo tomen como protagonista. Dicen que Dios plantó en un principio al baobab en la selva, pero se quejó de la humedad, lo trasladaron entonces a las Montañas de la Luna, pero se quejó de frío. Enojados entonces por sus constantes protestas lo lanzaron cual arma arrojadiza hacia las tierras áridas del sur, con tan mala suerte que aterrizó al revés, con las raíces al aire (sus escasas hojas dan la sensación de que las raíces están en las ramas)
Aunque otra leyenda cuenta de otra manera lo extraño de su presencia, y su consistencia y carácter, diciéndonos que el baobab, consciente de su fuerza y presencia, llegó a desafiar a los dioses, que en castigo por su osadía le condenaron a crecer al revés con la copa bajo tierra y las raíces al viento.

9 comentarios:

  1. La primera vez que lei el principito tenia 7 años. Era el libro preferido de mi padre. Recuerdo que no entendí por que a mi padre le parecía un libro tan especial.Sin embargo hubo alqo que me llamó la tención: esos extraños arboles... Sabes? te voy a contar un secreto: yo de pequeña quería vivir dentro de un baobab..

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  2. mmm, el baobab es el bien y el mal, somos nosotros mismos y depende de nosotros ser un árbol dañino o un árbol que da cobijo...a mí siempre me pareció fascinante la presencia de ese árbol en el Principito y las sensaciones que me producían no eran de desasosiego, si no todo lo contrario...

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  3. Que bonita entrada...

    Vivir en un baobab tiene que ser genial, o en una cueva bajo una cascada, o en el estomago de una ballena, o en un piso de 100 metros en Madrid.

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  4. Qué bueno lo del baobab, apasionante el principito y apasionante el árbol. Me ha gustado mucho tu entrada. Totalmente de acuerdo con vagabunda.

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  5. Yo el principito me lo leí en una nochebuena, estaba aburrida, y mi tía me dejó el libro... Estoy de acuerdo con May.
    Aunque tampoco es demasiado longevo... hay robles que llevan a 3000 años... que maravillosa y sabia es la naturaleza....

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  6. jajajja, Portrait, me ha encantado lo de un piso de 100 metros en Madrid... hablando de imposibles! jajjaa

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  7. Qué historias más lindas!!!
    Bona nit para tods los principit@s que se acercan por este blog

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  8. jo, con esa longevidad la de huespedes que puede conocer un baobab y la de historias bajo su sombra y la de firmas en su corteza y la de nidos bajo sus ramas.

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  9. que historia más bonita...

    ¿vivir en un árbol? Pasar de ciudadano a arborícola debe ser un gran cambio...

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