jueves, 28 de junio de 2007

Me gusta conducir...

En el ibiza que nos prestan mis padres eso sí, o mejor dicho, me gusta que mi hermano conduzca mientras yo observo el paisaje. Tener música de fondo, hablar a ratos con el conductor cuando suena una canción que te agrada especialmente, o que recuerda algo que vivisteis; y mientras, apoyarte con el brazo en la ventana y dejar pasar el tiempo mientras el paisaje va avanzando a tu paso.

Hace unos fines de semana fuimos a pasar el día al pueblo, evento familiar y viaje por esas típicas carreteras de las aldeas casi fantasmas de Castilla, llenas de baches, estrechas y desiertas a excepción de algún coche tan perdido como tú, un pastor que tiene que hacer parar a las ovejas y grita a su mastín, y algún señor con visera de propaganda y cachaba en mano que pasea hasta el pueblo vecino.

Esta vez me sorprendí, el paisaje variaba. No era esa imagen que normalmente se nos viene a la cabeza de las tierras amarillas y planas, sino que la vegetación se nos iba abriendo paso: los campos llenos de amapolas, las flores moradas acompañadas de una vegetación verdusca invadiendo ambos lados de la carretera, meciéndose al ritmo que el viento les tocaba e invadiendo nuestro carril, como intentando atraparnos y meternos en sus dominios cual puerta a un lugar desconocido, a un campo lleno de seres mágicos. Como aquel que tiene que atravesar Ewan Mcgregor en Big Fish, ¿recordáis?


El paisaje era precioso… Me imaginaba una Castilla llena de árboles retorcidos que se abrían al paso de nuestro coche, ardillas que saltaban entre sus ramas para mirarnos curiosos, caracoles que nos adelantaban mientras giraban la cabeza un poco engreídos de su gran velocidad, flores que iban embriagándonos con su olor para hipnotizarnos… Imágenes vistas una y otra vez en películas, creadas al leer libros, pero siempre distintas en tu mente.

La imaginación en ocasiones hace que nos llenemos de imágenes, de sueños y de historias, muchas veces imposibles de cumplirse en lo que nosotros llamamos realidad, pero que sí llegan a término en nuestra mente. No digo que tengamos que vivir exclusivamente de sueños, pero sí que muchas veces son necesarios para vivir.

8 comentarios:

  1. A mi me encanta conducir, y que me lleven en coche. Descubrir nuevos paisajes, o los ya conocidos en otras épocas del año...

    ResponderEliminar
  2. Yo desde hace un tiempo me dan un poco de claustrofobia un poco las autopistas, y me da rabia porque siempre me ha gustado viajar en coche.

    Si es que el subconsciente habla, y con la cantidad de accidentes que hay al final le cojes miedillo.

    Curiosamente las carreteras secundarios, que son mas inseguras, no me dan canguelo. Me encanta pasr por pueblos, en los que hay abueletes sentados en la silla a la fresca, y te miran.

    Notas que te miran fijamente, y piensas, ¿cuantos coches pasaran delante suyo cada dia? Y aun asi te observan concienzudamente.

    ResponderEliminar
  3. Sí, tienes razón, al pasar por un pueblo siempre ves a un grupo de señores sentados al sol que al ver pasar el coche paran su cháchara y miran fijamente, como preguntándose quién es esa persona que pasa por una carretera tan poco transitada, y te saludan. Quizá deseándote buen viaje, quizá deseando que te quedes allí y les saques de la rutina de un pueblo que cada día está más despoblado.

    ResponderEliminar
  4. la verdad es que todos los blogueros habituales en este rincón tenemos como nexo de unión el placer por viajar y reinventarnos nuestros propias historias o paisajes haciendo que nuestra imaginación explote por todos los recovecos inimaginables.
    aunque bueno, la imaginación de Elisa no tiene palabras jejeje, algún psicotrópico que no nos hayas contado para viajar? ;P

    ResponderEliminar
  5. Sí, es genial!!! pero como a Portrait ya sabes que a mí me pasa lo mismo,especialmente en carreteras de doble sentido... pongo a la gente un poco nerviosa con "vete más despacio", "no adelantes¡¡¡..." pero en carreteras secundarias me relajo un poco más e intento disfrutar. El otro día en concreto fue una experiencia extraña por las carreteras a Cervera... ¡Nos salieron unos 15 ciervos sin exagerar!

    ResponderEliminar
  6. Por cierto, sería posible que Eli y su imaginación hicieran una crónica Triollesa ya que la cronista underground oficial andaba un poco lejos?

    ResponderEliminar
  7. Hummm ¿un psicotrópico? creo q no me hace ni falta, jeje.
    por cierto May, ya puedes leer la crónica
    http://las-underground.blogspot.com

    ResponderEliminar
  8. Pues a mi no me gusta conducir, me estresa!

    "los campos llenos de amapolas, las flores moradas acompañadas de una vegetación verdusca invadiendo ambos lados de la carretera" muy poético, pero las amapolas no se cosechan, diría mi abuela

    ResponderEliminar