miércoles, 20 de junio de 2012

Ver entre dientes


Esta mañana la cita con el dentista era ineludible. Y mientras indefensa e impúdica  mantenía la boca abierta cuanto podía, me preguntaba, aparte de cuánto me clavarían por los empastes, si la gente cierra o no los ojos en esa situación.

Hay ciertos momentos en los que sabes perfectamente qué hacer: si besando los mantienes abiertos puedes dar la sensación de no querer tanto a la persona y de no estar a lo que se tiene que estar. Y si cantas, mucho mejor no bajar los párpados, que si no, uno puede emocionarse demasiado. 

Pero ¿y en el dentista? ¿qué hacer cuando alguien está tan próximo a ti hurgando en tus dientes? La curiosidad abre, el pudor de unos ojos de alguien extraño tan cerca de los tuyos cierra, el dolor o repelús hacen lo mismo, el aburrimiento lo contrario.

A todo esto, da igual lo que hagamos, el único que realmente tiene que mantenerlos abiertos es el dentista.