Con esta reforma laboral planteada por el gobierno del Partido Popular, no sólo se nos recortan derechos laborales conseguidos por años de lucha obrera (obrero, lucha de clases, patrón... parecían palabras obsoletas, rescatadas de otra época, olvidadas, que de repente vuelven a la palestra sin saber exactamente si habían desaparecido o simplemente estaban camufladas por otras como clase media).
No sólo se recorta el número de días por despido en nombre de la creación de empleo, sino que, entre otras cosas, se desprecia y ningunea el papel de los profesionales dedicados a prestar servicios sociales.

Este nuevo despropósito no sólo puede resultar en la supresión de puestos de trabajo (la reforma laboral quiere teóricamente crearlos), sino que supone un desprestigio de lo público. ¿Cuántos servicios pasarán a ser administrados por "voluntarios" no formados en ello, que ofrecerán un mal o incompleto servicio? ¿Acaso no se comenzará a generar entonces el pensamiento de que si la gestión pública no funciona sería mejor privatizar?
Por unos servicios sociales profesionales y de calidad.