viernes, 2 de diciembre de 2011

Irse



Quizá por ese culto a la juventud en el que la sociedad occidental se ha sumido, porque hemos perdido nuestro verdadero contacto con la tierra, o por la tradición cristiana de nuestro país, que contrariamente a lo que debería ser, ha hecho de la muerte algo ceremonioso, rígido y serio; lo cierto es que por lo general no somos capaces de enfrentarnos a la muerte, ni de afrontarla. 
 
Se esconde de niños, adolescentes e incluso de los adultos. Los funerales quedan en una ceremonia impersonal de la que no entendemos nada y nos aterra dar el pésame porque no somos capaces de saber ni cómo hacerlo ni si la otra persona lo querrá recibir.
Lejos de parecernos a México, donde la muerte se llena de color, e incluso fiesta, hemos dejado incluso de honrar en cierta manera a nuestros muertos. No porque no se vaya a los cementerios, sino por ese culto al individualismo y egoísmo, y por frases como: los muertos con los muertos y los vivos con los vivos. ¿Pero de qúe nos sorprendemos si este país no ha sido aún capaz de honrar la memoria de aquellos que durante la guerra civil pertenecieron al bando vencido y siguen olvidados en algún lugar de esta tierra a veces tan baldía. 

Es duro enfrentarnos a la muerte, pero poco a poco, para encontrar nuestro lugar y comprender el sentido de nuestro tiempo pora quí, tendríamos que intentar darnos cuenta de que forma parte de la vida, de la regeneración y de la energía. Aunque nos cueste... que nos cuesta, y mucho.