Por fin se salío a la calle, por fin se ha oído, o alguien ha querido escuchar: Los jóvenes hemos estado siendo criticados por nuestro inmovilismo y dejadez. Mientras en el resto de países europeos hace tiempo que se había salido a la calle para protestar contra los recortes sociales, en España no nos habíamos organizado.

¿Ha cambiado entonces la manera de manifestarnos? ¿o simplemente estos días habíamos llegado por fin a un punto crítico en el que ya no podemos aguantar más? La manifestación “jóvenes sin futuro” convocó el jueves pasado en Madrid a miles de jóvenes y no tan jóvenes, a través de la red. Porque lo cierto es que no es sólo cuestión de jóvenes, en este barco no hay mayores ni menores de treinta o cuarenta. Los recortes sociales nos afectan a todos, a los más débiles.
Sin futuro, sin vivienda, sin miedo.
Nos están quitando todos los derechos por lo que otras generaciones lucharon y quizá ahora, cuando los están tocando es cuando nos damos cuenta de la importancia que tenían. Igual que un niño malcriado que no valora todo lo que tiene porque cuando algo se le rompe consigue otro nuevo, así nos ha pasado a nosotros.
Somos la primera generación que va a vivir peor que sus padres. Y alguno aún no está de acuerdo. Por supuesto que viajamos, que nos vamos de cañas, que nos gastamos dinero en ropa… porque no tenemos inculcado el pensamiento ahorrador como tenían nuestros progenitores, sino el del ocio. Pero todo está cambiando.
Sin vivienda… porque no todo en esta vida es comprarse un piso, sabemos que no podemos, que siendo mucho menos que mileuristas una hipoteca es algo… parecido a ella, hipotético; y no pasa nada, se puede ser feliz sin tener una propiedad inmobiliaria, ¿pero qué hay del alquiler? ¿por qué nadie habla de los precios que tienen? ¿es que ningún político ve que es amoral cobrar 800 euros por un estudio en Madrid?
sin trabajo... porque hemos sido engañados, pensábamos que con una carrera, con dos, con idiomas, con cursos y másteres, con becas Erasmus triunfaríamos y podríamos vivir bien. Y un sueldo mileurista parece estos días una utopía.
Con las tornas cambiadas nos queda protestar, salir a la calle, a las redes sociales, a los blogs, a las conciencias, e incidir en las urnas.SIN MIEDO, sin casa, sin curro, sin pensión, por el futuro.