Hace unos días escuché una cuña publicitaria de una marca de bebida alcohólica en la que el mensaje nos venía a decir que si alguien se piraba de la entrada de un local porque no quería hacer cola era un aburrido y no sabía disfrutar de la vida.
Somos social, que disfrutamos estando con otras personas, y nada mejor para observarlo que un bar. Detrás de la barra se pueden observar casi todos, sino todos, los comportamientos sociales de los seres humanos.
Es curioso cómo si un local está vacío la gente que va a entrar cambia de opinión y busca otro sitio de recreo; y como en cambio, si está animado, entrarán seguro. Es el que podemos denominar, efecto llamada. Cuanto más lleno esté el bar, más individuos querrán ir, a pesar de los empujones, la falta de aire a causa del humo y el olor a humanidad, o el esfuerzo doble a la hora de pedir la bebida.
Huímos de los lugares vacíos en los que te puedes tomar tranquilamente una cerveza y disfrutar de una conversación con unos amigos sin tener que chillar o notar cómo alguien te toca el culo con el suyo al ir al baño, para pasar a un estado de falta de intimidad y espacio vital.
Puedes estar disfrutando de una tarde en una terraza hasta que al lado, en una mesa excesivamente cercana, se te sientan unos seres con su cigarro, su perro y su conversación alta. El perro te huele, el cigarro te llega a los pulmones y tus oídos no pueden parar de oír sandeces... y se fastidió tu café. Aunque mejor que ocurra en un bar, que no en la playa, cuando estás tan tranquilo tumbado, mostrando tus flacideces, y a 4 centímetros se te planta otra toalla.
Tú le miras con unos ojos cargados de odio mientras metes tripa y piensas que a esa distancia hasta puede ver si necesitas depilarte de nuevo o no. Y según transcurre el tiempo, a veces te dan ganas de meterte en sus conversaciones, a voz en grito por supuesto, y darle una colleja y decirle: no me extraña, no me extraña, anda, calla un poco.
Habrá efecto llamada pero a mí muchas veces lo que apetece es no coger el teléfono o estar fuera de cobertura.