Desde pequeños nos han venido con la cantinela de que escuchar las conversaciones de los demás es de mala educación. Desde pequeños… pero lo único que probablemente haya logrado este intento de buenas maneras es que no nos metamos en dichos diálogos. Pero lo de escuchar… eso ya es otra historia.
Yendo solo en autobús, tren o cualquier otro transporte público sin los cascos puestos hace que casi inevitablemente conectes la oreja a lo que están diciendo tus vecinos de al lado. Puede que en un principio no nos demos cuenta de que lo estamos haciendo, o puede que directamente tengamos un libro con el que simulamos leer para que no se den cuenta de que estamos inmiscuyéndonos en la vida privada de los demás.
¿Aunque en realidad lo hacemos? ¿si alguien habla alto con el móvil y escuchas la conversación te metes tú en su vida o es al revés, él en tu tranquilidad?
Sea como sea… reconozco que me gusta escuchar las conversaciones de los demás. Quizá por curiosidad o por aburrimiento, pero me gusta, y es un modo muy fácil de hacer un estudio social, o de comprobar que al final todos somos muy parecidos, y tenemos los mismos problemas e inquietudes. Aunque venga ya, a veces lo hacemos simplemente para echarnos unas risas, sobre todo si los interlocutores tienen entre 16 y 22 años.
Hace una semana, en un autobús camino de Villarrobledo se sentaron detrás de mí unos individuos de dicho perfil. Chicos castellanos de unos 21 años, el hablar alto y no dejarme dormir estaba garantizado, pero las represiones de risa por mi parte también, porque al igual que nosotros, ellos también tenían pequeñas obsesiones. En su caso, los porros.
Sin exagerar, concretamente uno de ellos se pasó ¡cinco horas! Hablando de lo mismo, y no era sexo... os dejo con algunas de sus joyas literarias:
* En cuanto baje del autobús me voy a fumar cinco petardos.
* Si hacemos 9 porros a la hora, por cinco horas que tenemos de viaje, y quitamos los que nos fumamos en la parada, en cuanto lleguemos al Viña tenemos… (Qué orgull
osos estarían sus profesores, ahí, inventándose problemas, y empleando su tiempo en el autobús)
* Me han salido unos cogollacos que lo flipas. (Atención a la terminación en –aco que adoptamos a lo largo de 4 días nosotras)
* ¡Todos con un petardo en la mano!
Vale, ¿Pero y qué pensarán los demás cuando escuchan las conversaciones que tenemos nosotros?
Buenas
ResponderEliminar¡¡¡¡ Cuanta razón tienes ¡¡¡ el otro día fui testigo de un ataque de celos por parte del miembro femenino de una pareja de cuarentones en el metro.
La chica le culpaba al chico de mirar a una chavalita que pasaba y asi estuvieron durante la friolera de 20 min. ¿como termino la cosa? ..... despidiendose con un beso y un hasta luego romantico.
La vida es un teatro ..... en la que todos somos actores y público.
saludos
jajajajaja!
ResponderEliminarReconozco que sólo me pasa cuando no llevo un libro encima.
A mi lo que me asombra es cómo deducimos cuál es el tema de conversación antes de que sea manifiesto... ¡y qué mal me siento cuando fallo!
El otro día unas jovenzuelas (15-17 añitos) iban hablando de lo bien/mal que lo hacía un chico. El caso es que opinaba una de ellas que no estaba deacuerdo. Tal y como está de suelta la juventud pensé... ¡sexo! Pero no... ¡se referían a cómo bailaba!
jajajaja! Lo cierto es q es curioso q habia estado pensando en lo de escuchar conversaciones ajenas desde q estuve en el congreso. Un escritor confesó q le gustaba escuchar conversaciones de otros y q eran para él una inspiración.
ResponderEliminarYo siempre pongo la oreja y tb he sido público de alguna historia rara, pero ahora no la recuerdo.
Si, es muy divertido escuchar conversaciones ajenas, pero igual que me gusta escucharlas en directo (soy viajero de autobus a diario, aunque Homer diga que el transporte público es de fracasados) no soporto a la gente que se pega un monton de rato hablando por el movil en el bus o tren.
ResponderEliminarSi es que odio los moviles !
Pues sí, lo de confundirte sobre el tema de conversación suele pasar… por alguna extraña razón siempre acabamos pensando mal, qué mente tenemos, ayayay.
ResponderEliminarY redactor, tienes razón, hay personas que cuando hablan por el móvil parece que quieren que les escuche, no sólo la persona que tienen sentada al lado, sino el vagón entero. No sé si es que se creerán así más importantes, en plan, mira qué móvil de última generación tengo y mira lo importante que soy, que me llaman, o que tengo vida social, o qué conversación más interesante estoy teniendo... Lo peor es si encima se va moviendo de un lado a otro, que ya parece que sólo le falta decir: vende, vendeeeee.
Yo no se hablar por el móvil, me pilla mayor. Esto es escuchar conversaciones. Como no vasa poner la oreja con lo interesante que resulta!!
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