Érase una vez en una ciudad apacible del norte…
¿Recordáis el cuento del Flautista de Hamelín? El de aquel hombre que logra expulsar las ratas de un pueblo hipnotizándolas con música, y que al final se lleva a los niños también porque no le pagan…
Hoy cuando iba andando al trabajo lo he recordado. Al pasar por la Aguadora me ha chocado ver una bandada de palomas que o bien volaban o avanzaban en el suelo todas juntas poco a poco. La situación me ha resultado singular, aunque seré sincera, en lo único que pensaba era en lo poco que me gustan estos animales, y en la película de Hitchcock.
Sin embargo, según me iba acercando comencé a oír un leve ruido que provenía de una especie de silbato, y que emitía un hombre, ¡y era él quien hacía que las palomas estuvieran allí y se comportaran de esa manera!
Érase una vez en una ciudad apacible del norte de Castilla… un flautista que gracias a la música que tocaba con una pequeña flauta hacía que las palomas bailasen a su son.
Quizá muchas veces seamos protagonistas o espectadores de situaciones propias de cuentos y la magia resida en cómo las observan nuestros ojos, y en cómo contamos más tarde esas historias. ¿Qué haría ese hombre a las ocho de la mañana moviendo en masa a las palomas? ¿Le pagarían o también tendría que llevarse los niños a la montaña?
¿Recordáis el cuento del Flautista de Hamelín? El de aquel hombre que logra expulsar las ratas de un pueblo hipnotizándolas con música, y que al final se lleva a los niños también porque no le pagan…
Hoy cuando iba andando al trabajo lo he recordado. Al pasar por la Aguadora me ha chocado ver una bandada de palomas que o bien volaban o avanzaban en el suelo todas juntas poco a poco. La situación me ha resultado singular, aunque seré sincera, en lo único que pensaba era en lo poco que me gustan estos animales, y en la película de Hitchcock.
Sin embargo, según me iba acercando comencé a oír un leve ruido que provenía de una especie de silbato, y que emitía un hombre, ¡y era él quien hacía que las palomas estuvieran allí y se comportaran de esa manera!
Érase una vez en una ciudad apacible del norte de Castilla… un flautista que gracias a la música que tocaba con una pequeña flauta hacía que las palomas bailasen a su son.
Quizá muchas veces seamos protagonistas o espectadores de situaciones propias de cuentos y la magia resida en cómo las observan nuestros ojos, y en cómo contamos más tarde esas historias. ¿Qué haría ese hombre a las ocho de la mañana moviendo en masa a las palomas? ¿Le pagarían o también tendría que llevarse los niños a la montaña?
Yo creo que la magia, el arte, el amor, está en los ojos del que mira... conserva esos ojos llenos de magia! Besazos guapa!
ResponderEliminarflautistas de Hamelín hay muchos: en los gobiernos, en los púlpitos, en los televisores, en los centros comerciales....todos buscando sus ratones particulares.
ResponderEliminarMuy bonito lo que dijiste Pi.
Grandes dosis de sonrisas y abrazos para tod@s
Moi moi
Shakespeare dijo: 'Nada es bueno o malo, sino que el pensamiento es lo que hace las cosas buenas o malas'.
ResponderEliminarLo mismo podria aplicarse a la magia...
"se me cagan encima las putas palomas" que se las lleve a todas ¡ratas voladoras!
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