jueves, 28 de noviembre de 2013

Asesina en serie

Mi secador ha sido asesinado. D.E.P.

En un principio creí que simplemente se había ido de muerte natural, porque renqueaba un poco últimamente, pero no, es imposible, aún era joven, y tampoco había llevado tan mala vida. Cada vez estoy mas convencida de que ha sido un homicidio, y muy voluntario. ¿Culpable? la obsolescencia programada.
Se habla mucho de ella, de la cantidad de cuerpos que deja a su paso, pero hasta que no te toca de cerca no  tomas en serio lo que creías que era una exageración.

A los tres días de su último suspiro volví a enchufa mi secador pensando que igual ocurría un milagro y resucitaba. Sin ambargo,  la obsolescencia programada no hace caso ni a dios, o quizá es que ella sea dios: quien decide desde el momento en que  naces, cuándo te apagas. 

 He pedido ayuda para sacar todo este escándalo a la luz, pero hay quienes me han acallado, o quienes me han dicho que lo olvide. Al parecer, así están las cosas y así seguirán. Las muertes silenciosas quedan impunes ante un capitalismo cómplice. 

Por mi parte, estoy paranoica, sé que si ha pasado una vez, podría ocurrir de nuevo, en cualquier momento. Tengo bajo vigiliancia al móvil, a la batidora y al ordenador, pero sé que en cuanto me despiste puede escribirse un crimen, y Ángela Lansbury no vendrá en mi ayuda.