lunes, 26 de noviembre de 2012

Frankenweenie

Desde que Mary Shelley lo escribiera, el mito de frankenstein ha cautivado a niños, mayores… y a la ciencia. Ese ser terrorífico que nace por el empeño de un hombre que juega a ser dios, vuelve a la actualidad de la mano del siempre intrigante, y maravilloso a veces, Tim Burton.

Con una animación cuidada, oscura y melancólica, podemos ir observando cómo el pequeño Víctor Frankenstein pierde a  su perro Sparky, y desesperado, decide devolverlo a la vida.
Su creación es un éxito, pero no así las sucesivas que forzosamente tendrá que realizar él, o que llevan a cabo otros compañeros de clase. ¿Por qué la primera funciona y el resto no? La respuesta nos la da el desterrado profesor de ciencia de Víctor: La razón de ser del experimento ha cambiado.

Esta personal revisión del mito de Frankestein nos lleva a reflexionar sobre la ciencia y sus objetivos, sobre las razones de la investigación; sobre el bien y el mal. Sobre el miedo a lo desconocido y la ignorancia.

En un momento histórico en el que continuamente vemos cómo la ética ha desaparecido, los avances científicos constituyen una piedra angular. ¿Hasta dónde investigar y/o manipular? ¿Hay un límite? El pequeño Frankenstein nos lo explica de manera muy sencilla: la búsqueda a través del bien es la solución.

La pregunta es, ¿tenemos claro qué es el bien y qué el mal?