Desde que Mary Shelley lo escribiera, el mito
de frankenstein ha cautivado a niños, mayores… y a la ciencia. Ese ser
terrorífico que nace por el empeño de un hombre que juega a ser dios, vuelve a
la actualidad de la mano del siempre intrigante, y maravilloso a veces, Tim
Burton.

Su creación es un éxito, pero no así las sucesivas
que forzosamente tendrá que realizar él, o que llevan a cabo otros compañeros
de clase. ¿Por qué la primera funciona y el resto no? La respuesta nos la da el
desterrado profesor de ciencia de Víctor: La razón de ser del experimento ha
cambiado.
Esta personal revisión del mito de
Frankestein nos lleva a reflexionar sobre la ciencia y sus objetivos, sobre las
razones de la investigación; sobre el bien y el mal. Sobre el miedo a lo
desconocido y la ignorancia.
En un momento histórico en el que
continuamente vemos cómo la ética ha desaparecido, los avances científicos
constituyen una piedra angular. ¿Hasta dónde investigar y/o manipular? ¿Hay un
límite? El pequeño Frankenstein nos lo explica de manera muy sencilla: la
búsqueda a través del bien es la solución.