Una visión apocalíptica, un temblor, y el miedo se instala en el cuerpo paralizándolo, condicionándonos en el realizar, o dejar de hacer determinada acción.
Miedo a que le pase algo a quien quieres, miedo a perder el empleo, a morir; miedo a hacer el ridículo, a equivocarse, a tener un accidente; miedo al hombre del saco o al monstruo de debajo de la cama.
El miedo es libre e irracional. Hay quienes no temen nada, o eso aseguran, y quienes ven peligro por todas partes.
La tendencia de este año, lo que se lleva, es meter miedo a través de la criminalización, porque el miedo nos controla y por eso, quienes juegan con él, ganan.
Miedo a los antidisturibios, a ser acusado de cometer un delito contra la nación, a las multas que no se pueden pagar, a la estigmatización, a los golpes. Quien expande el virus del miedo cree ganar, pero si se sobrepasa la enfermedad, el miedo, y quienes lo ejercen, pierden.
A veces al dar la luz la razón descubre la imposibilidad de que el monstruo esté debajo de la cama, y de que en el saco, ese pérfido hombre nos pueda meter a todos.